ESTUDIANTES DE ESER
TRABAJO DE MORAL SEXUAL
I. LUEGO DE LEER LA ENCICLICA HUMANAE VITAE RESPONDA. LAS SIGUIENTES PREGUNTAS (EJEMPLIFICANDO Y CON SUS PROPIAS PALABRAS, NO DEBE COPIAR LO QUE DICE LA ENCÍCLICA)
¿QUÉ ES EL AMOR CONYUGAL? ¿CUÀLES SON SUS CARACTERISTICAS?
¿QUÉ ES LA PATERNIDAD RESPONSABLE?
¿CONTRA QUE CARACTERÍSTICA DEL AMOR CONYUGAL ATENTA:
EL DIVORCIO?
UN ACTO CONYUGAL IMPUESTO AL CÓNYUGE?
EL ADULTERIO?
LA ANTICONCEPCIÓN?
EXPLIQUE CON SUS PROPIAS PALABRAS Y ANALIZANDO CRÍTICAMENTE EL NÚMERO 16 DE LA ENCÍCLICA.
2.LEA EL DOCUMENTOSEXUALIDAD HUMANA: VERDAD Y SIGNIFICADOQUE VA ENADJUNTOYDESARROLLE EL SIGUIENTE TRABAJO:
1.- ELABORE UNA PRESENTACIÓN EN POWER POINT ( PPT) DIRIGIDO A UN GRUPO DE COLEGAS SUYOS EN LA QUE LES EXPLIQUE CUÁLES SON LOS PRINCIPIOS OPERATIVOS EN LOS QUE DEBE BASARSE LA EDUCACIÓN EN EL AMOR Y CUÁLES SON LAS IDEOLOGÍAS Y MÉTODOS A EVITAR (NO MAS DE 20 DIAPOSITIVAS).
2.- EXPLIQUE CON SUS PALABRAS LOS CUATRO PRINCIPIOS QUE SE DEBEN RESPETAR AL DAR INFORMACIÓN RESPECTO DE LA SEXUALIDAD. ¿LE PARECEN ADECUADOS? ¿CONSIDERA QUE EN LA LLAMADA EDUCACIÓN SEXUAL QUE SE DIFUNDE EN PERÚ SE RESPETAN? FUNDAMENTE SUS RESPUESTAS.
3.- ELABORE UNA PRESENTACIÓN EN PPT. ATRACTIVA PARA ADOLESCENTES DE 13 – 15 AÑOS. QUE EXPLIQUE ADECUADAMENTE LA VIRTUD DE LA CASTIDAD Y LAS VIRTUDES QUE EL DOCUMENTO LLAMA HERMANAS MENORES DE LA CASTIDAD. (NO MAS DE 20 DIAPOSITIVAS)
Atte. Prof. Kharla Zúñiga
SEXUALIDAD HUMANA VERDAD Y SIGNIFICADO
8 de diciembre de 1995
INTRODUCCIÓN
La situación y el problema
Entre las múltiples dificultades que los padres de familia encuentran hoy, aun teniendo en cuenta los diversos contextos culturales, se encuentra ciertamente la de ofrecer a los hijos una adecuada preparación para la vida adulta, en particular respecto a educación sobre el verdadero significado de la sexualidad. Las razones de esta dificultad, por otra parte no del todo nueva, son diversas.
En el pasado, aun en el caso de que la familia no ofreciera una explícita educación sexual, la cultura general, impregnada por el respeto de los valores fundamentales, sería objetivamente para protegerlos y conservarlos. La desaparición de los modelos tradicionales en gran parte de la sociedad, sea en los países desarrollados que en vías de desarrollo, ha dejado a los hijos faltos de indicaciones unívocas y positivas, mientras los padres se han descubierto sin la preparación para darles las respuestas adecuadas. Este contexto se ha agravado por un oscurecimiento de la verdad sobre el hombre al que asistimos y que conlleva, además, una presión hacia la banalización del sexo. Domina una cultura en la que la sociedad y los mass-media ofrecen a menudo, una información despersonalizada, lúdica, con frecuencia pesimista y sin respeto para las diversas etapas de la formación y evolución de los adolescentes y de los jóvenes, bajo el influjo de un desviado concepto individualista de la libertad y de un contexto desprovisto de los valores fundamentales sobre la vida, sobre el amor y sobre la familia.
La escuela, que por su parte se ha mostrado disponible para desarrollar programas de educación sexual, lo ha hecho frecuentemente sustituyendo a la familia y en general con fórmulas puramente informativas. A veces se llega a una verdadera deformación de las conciencias. Los mismos padres, a causa de las dificultades y por la propia falta de preparación, han renunciado en muchos casos a su tarea en este campo o han querido delegarla a otros.
En esta situación, muchos padres católicos se dirigen a la Iglesia, para que ofrezca una guía y sugerencias para la educación de los hijos, sobre todo en la etapa de la niñez y la adolescencia. En particular, los mismos padres expresan a veces su dificultad frente a la enseñanza que se da en la escuela y que los hijos traen a casa. El Pontificio Consejo para la Familia ha recibido de esta forma, repetidas e insistentes solicitudes para formular unas directrices en apoyo a los padres en este delicado sector educativo.
2 Nuestro Dicasterio, consciente de u la dimensión familiar de la educación en el amor y del recto vivir la propia sexualidad, desea proponer algunas líneas-guía de carácter pastoral, tomándolas de la sabiduría que proviene de la Palabra del Señor y de los valores que han iluminado la enseñanza de la Iglesia, consciente de la *experiencia de Humanidad", que es propia de la comunidad de los creyentes.
Queremos, pues, ante todo, unir estas indicaciones con el contenido fundamental de la verdad y el significado del sexo, en el marco de una antropología genuina y rica. Al ofrecer esta verdad, somos conscientes de que *todo el que es de la verdad" (Jn 18, 37) escucha la Palabra de quien es la misma Verdad en Persona (cf. Jn 14, 6).
La presente guía no quiere ser ni un tratado *de teología moral ni un compendio de psicología, sino tener en cuenta las aportaciones de la ciencia, las condiciones socio-culturales de la familia y los valores evangélicos que conservan, para cualquier tiempo, la frescura siempre actual y la posibilidad de una encarnación concreta+.
3 Algunas innegables certezas sostienen la Iglesia en este campo y han guiado la redacción del presente documento.
El amor, que se alimenta y se expresa en el encuentro del hombre y de la mujer, es don de Dios; es por esto fuerza positiva, orientada a su madurez en cuanto personas; es a la vez una preciosa reserva para el don de si que todos, hombres y mujeres, están llamados a cumplir para su propia realización y felicidad, según un proyecto de vida que representa la vocación de cada uno. El hombre, en efecto, es llamado al amor como espíritu encarnado, es decir, alma y cuerpo en la unidad de la persona. El amor humano abraza también el cuerpo y el cuerpo expresa igualmente el amor espiritual. (1) La sexualidad no es algo puramente biológico, sino que mira a la vez al núcleo íntimo de la persona. El uso de la sexualidad como donación física tiene su verdad y alcanza su pleno significado cuando es expresión de la donación personal del hombre y de la mujer hasta la muerte. Este amor está expuesto sin embargo, como toda la vida de la persona, a la fragilidad debida al pecado original y sufre, en muchos contextos socio-culturales, condicionamientos negativos y a veces desviados y traumáticos. Sin embargo la redención del Señor, ha hecho de la práctica positiva de la castidad una realidad posible y un motivo de alegría, tanto para quienes tienen la vocación al matrimonio-sea antes y durante la preparación, como después, a través del arco de la vida conyugal-, como para aquellos que reciben el don de una llamada especial a la vida consagrada.
4 En la óptica de la redención y en el camino formativo de los adolescentes y de los jóvenes, la virtud de la castidad, que se coloca en el interior de la templanza-virtud cardinal que en el bautismo ha sido elevada y embellecida por la gracia-, no debe entenderse como una actitud represiva, sino, al contrario, como la transparencia y, al mismo tiempo, la custodia de un don, precioso y rico, como el del amor, en vistas al don de si que se realiza en la vocación específica de cada uno. La castidad es, en suma, aquélla *energía espiritual que sabe defender el amor de los peligros del egoísmo y de la agresividad, y sabe promoverlo hacia su realización plena+.(2) El Catecismo de la Iglesia Católica describe y, en cierto sentido, define la castidad así: *La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual". (3)
5 La formación a la castidad, en el |:J cuadro de la educación del joven a la realización y al don de si implica la colaboración prioritaria de los padres también en la formación de otras virtudes como la templanza, la fortaleza, la prudencia. La castidad, como virtud, no subsiste sin la capacidad de renuncia, de sacrificio y de espera.
Al dar la vida, los padres cooperan con el poder creador de Dios y reciben el don de una nueva responsabilidad: no sólo la de nutrir y satisfacer las necesidades materiales y culturales de sus hijos, sino, sobre todo, la de transmitirles la verdad de la fe hecha vida y educarlos en el amor de Dios y del prójimo. Esta es su primera obligación en el seno de la *Iglesia doméstica+.(4)
La Iglesia siempre ha afirmado que los padres tienen el deber y el derecho de ser los primeros y principales educadores de sus hijos.
Con palabras del Concilio Vaticano II el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que *Los jóvenes deben ser instruidos adecuada y oportunamente sobre la dignidad, tareas y ejercicio del amor conyugal, sobre todo en el seno de la misma familia+. (5)
6 Las provocaciones, provenientes de la mentalidad y del ambiente, no deben desanimar a los padres. Por una parte, en efecto, es necesario recordar que los cristianos, desde la primera evangelización, han tenido que enfrentarse a retos similares del hedonismo materialista. *Nuestra civilización, aun teniendo tantos aspectos positivos a nivel material y cultural, debería darse cuenta de que, desde diversos puntos de vista, es una civilización enferma, que produce profundas alteraciones en el hombre. ")Por qué sucede esto? La razón está en el hecho de que nuestra sociedad se ha alejado de la plena verdad sobre el hombre, de la verdad sobre lo que el hombre y la mujer son como personas. Por consiguiente, no sabe comprender adecuadamente lo que son verdaderamente la entrega de las personas en el matrimonio, el amor responsable al servicio de la paternidad y la maternidad, la auténtica grandeza de la generación y la educación.>, (6)
7 Es por esto mismo indispensable la labor educativa de los padres, quienes *si en el dar la vida colaboran en la obra creadora de Dios, mediante la educación participan de su pedagogía paterna y materna a la vez... Por medio de Cristo toda educación, en familia y fuera de ella, se inserta en la dimensión salvífica de la pedagogía divina, que está dirigida a los hombres y a las familias, y que culmina en el misterio pascual de la muerte y resurrección del Señor." (7)
En el cumplimiento de su tarea, a veces delicada y ardua, los padres no deben desanimarse, sino confiar en el apoyo de Dios Creador y de Cristo Redentor, recordando que la Iglesia ora por ellos con las palabras que el Papa Clemente I dirigía al Señor por todos aquellos que ejercen la autoridad en su nombre: *Concédeles, Señor, la salud, la paz, la concordia, la estabilidad, para que ejerzan sin tropiezo la soberanía que tú les has entregado. Eres tú, Señor, rey celestial de los siglos, quien da a los hijos de los hombres gloria, honor y poder sobre las cosas de la tierra. Dirige, Señor, su consejo según lo que es bueno, según lo que es agradable a tus ojos, para que ejerciendo con piedad, en la paz y la mansedumbre, el poder que les has dado, te encuentren propicio+. (8)
Además, los padres, habiendo donado y acogido la vida en un clima de amor, poseen un potencial educativo que ningún otro detenta: ellos conocen en manera única los propios hijos, en su irrepetible singularidad y, por experiencia, poseen los secretos y los recursos del amor verdadero.
I LLAMADOS AL VERDADERO AMOR
8 El hombre, en cuanto imagen de |:~ Dios ha sido creado para amar. Esta verdad ha sido revelada plenamente en el Nuevo Testamento, junto con el misterio de la vida intratrinitaria: *Dios es amor (1 Jn 4, 8) y vive en si mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen..., Dios inscribe en la Humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano,>. (9) Todo el sentido de la propia libertad, y del autodominio consiguiente, está orientado al don de si en la comunión y en la amistad con Dios y con los demás. (10)
El amor humano como don de sí
9 La persona es, sin duda, capaz ~ de un tipo de amor superior: no el de concupiscencia, que sólo ve objetos con los cuales satisfacer sus propios apetitos, sino el de amistad y entrega, capaz de conocer y amar a las personas por si mismas. Un amor capaz de generosidad, a semejanza del amor de Dios: se ama al otro porque se le reconoce como digno de ser amado. Un amor que genera la comunión entre personas, ya que cada uno considera el bien del otro como propio. Es el don de si hecho a quien se ama, en lo que se descubre, y se actualiza la propia bondad, mediante la comunión de personas y donde se aprende el valor de amar y ser amado.
Todo hombre es llamado al amor de amistad y de oblatividad; y viene liberado de la tendencia al egoísmo por el amor de otros: en primer lugar de los padres o de quienes hacen sus veces, y, en definitiva, de Dios, de quien procede todo amor verdadero y en cuyo amor sólo el hombre descubre hasta qué punto es amado. Aquí se encuentra la raíz de la fuerza educativa del cristianismo: *El hombre es amado por Dios". Este es el simplicísimo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. (11) Es así como Cristo ha descubierto al hombre su verdadera identidad: *Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación>. (12)
El amor revelado por Cristo *al que el apóstol Pablo dedicó un himno en la primera Carta a los Corintios..., es ciertamente exigente. Su belleza está precisamente en el hecho de ser exigente, porque de este modo constituye el verdadero bien del hombre y lo irradia también a los demás+. (13) *Por tanto es un amor que respeta la persona y la edifica porque el amor es verdadero cuando crea el bien de las personas y de las comunidades, lo crea y lo da a los demás.+ (14)
El amor y la sexualidad humana
10 El hombre está llamado al amor y al don de si en su unidad corpóreo-espiritual. Feminidad y masculinidad son dones complementarios, en cuya virtud la sexualidad humana es parte integrante de la concreta capacidad de amar que Dios ha inscrito en el hombre y en la mujer. *La sexualidad es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano". (15) Esta capacidad de amar como don de si tiene, por tanto, su *encarnación,> en el carácter esponsal del cuerpo, en el cual está inscrita la masculinidad y la feminidad de la persona. *El cuerpo humano, con su sexo, y con su masculinidad y feminidad visto en el misterio mismo de la creación, es no sólo fuente de fecundidad y de procreación, como en todo el orden natural, sino que incluye desde el "principio" el atributo "esponsalicio", es decir, la capacidad de expresar el amor: ese amor precisamente en el que el hombre-persona se convierte en don y-mediante este don realiza el sentido mismo de su ser y existir.+ (16) Toda forma de amor tiene siempre esta connotación masculino-femenina.
11 La sexualidad humana es un Bien: parte del don que Dios vio que *era muy bueno+ cuando creó la persona humana a su imagen y semejanza, y *hombre y mujer los creo+ (Gn 1, 27). En cuanto modalidad de relacionarse y abrirse a los otros, la sexualidad tiene como fin intrínseco el amor, más precisamente el amor como donación y acogida, como dar y recibir. La relación entre un hombre y una mujer es esencialmente una relación de amor: ALa sexualidad orientada, elevada e integrada por el amor adquiere verdadera calidad humana". (17) Cuando dicho amor se actúa en el matrimonio, el don de si expresa, a través del cuerpo, la complementariedad y la totalidad del don; el amor conyugal llega a ser, entonces, una fuerza que enriquece y hace crecer a las personas y, al mismo tiempo, contribuye a alimentar la civilización del amor; cuando por el contrario falta el sentido y el significado del don en la sexualidad, se introduce *una civilización de las "cosas" y no de las "personas"; una civilización en la que las personas se usan como si fueran cosas. En el contexto de la civilización del placer la mujer puede llegar a ser un objeto para el hombre, los hijos un obstáculo paralos padres+. (18)
12 En el centro de la conciencia cristiana de los padres y de los hijos, debe estar presente esta verdad y este hecho fundamental: el don de Dios. Se trata del don que Dios nos ha hecho llamándonos a la vida y a existir como hombre o mujer en una existencia irrepetible, cargada de inagotables posibilidades de desarrollo espiritual y moral: *la vida humana es un don recibido para ser a su vez dado+. (19) El don revela, por decirlo así, una característica especial de la existencia personal, más aun, de la misma esencia de la persona. Cuando Yahvé Dios dice que *no es bueno que el hombre esté solo+ (Gn 2,18), afirma que el hombre por si *solo,> no realiza totalmente esta esencia. Solamente la realiza existiendo *con alguno+, y más profunda y completamente, existiendo *para alguno+. (20) En la apertura al otro y en el don de si se realiza el amor conyugal en la forma de donación total propia de este estado. Y es siempre en el don de si, sostenido por una gracia especial, donde adquiere significado la vocación a la vida consagrada, *manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso+ (21) para servirlo más plenamente en la Iglesia. En toda condición y estado de vida, de todos modos, este don se hace todavía más maravilloso por la gracia redentora, por la cual llegamos a ser *partícipes de la naturaleza divina+ (2 Pe 1, 4) y somos llamados a vivir juntos la comunión sobrenatural de caridad con Dios y con los hermanos. Los padres cristianos, también en las situaciones más delicadas, no deben olvidar que, como fundamento de toda la historia personal y doméstica, esta el don de Dios.
13 *En cuanto espíritu encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo informado por un espíritu inmortal, el hombre esta llamado al amor en esta su totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual." (22) A la luz de la Revelación cristiana se lee el significado interpersonal de la misma sexualidad: *La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el psicológico y espiritual con su huella consiguiente en todas sus manifestaciones. Esta diversidad, unida a la complementariedad de los dos sexos, responde cumplidamente al diseño de Dios según la vocación a la cual cada uno ha sido llamado+. (23)
El amor conyugal
14 Cuando el amor se vive en el matrimonio, comprende y supera la amistad y se plasma en la entrega total de un hombre y una mujer, de acuerdo con su masculinidad y feminidad, que con el pacto conyugal fundan aquella comunión de personas en la cual Dios ha querido que viniera concebida, naciera y se desarrollara la vida humana. A este amor conyugal, y sólo a el, pertenece la donación sexual, que se *realiza de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte integrante del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen entre si hasta la muerte+. (24) El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que *en el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento+. (25)
Amor abierto a la vida
15 Signo revelador de la autenticidad del amor conyugal es la apertura a la vida: AEn su realidad más profunda, el amor es esencialmente don y el amor conyugal, a la vez que conduce a los esposos al recíproco conocimiento+..., no se agota dentro de la pareja, ya que los hace capaces de la máxima donación posible, por la cual se convierten en cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva persona humana. De este modo los cónyuges, a la vez que se dan entre si, dan más allá de si mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre+. (26) A partir de esta comunión de amor y de vida los cónyuges consiguen esa riqueza humana y espiritual y ese clima positivo para ofrecer a los hijos su apoyo en la educación al amor y a la castidad.
II AMOR VERDADERO Y CASTIDAD
16 Tanto el amor virginal como el conyugal, que son, como diremos más adelante, las dos formas en las cuales se realiza la vocación de la persona al amor, requieren para su desarrollo el compromiso de vivir la castidad, de acuerdo con el propio estado de cada uno. La sexualidad-como dice el Catecismo de la Iglesia-*se hace personal y verdaderamente humana cuando esta integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer>. (27) Es obvio que el crecimiento en el amor, en cuanto implica el don sincero de si, es ayudado por la disciplina de los sentimientos, de las pasiones y de los afectos, que nos lleva a conseguir el autodominio. Ninguno puede dar aquello que no posee: si la persona no es dueña de si-por obra de las virtudes y, concretamente, de la castidad carece de aquel dominio que la torna capaz de darse. La castidad es la energía espiritual que libera el amor del egoísmo y de la agresividad. En la misma medida en que en el hombre se debilita la castidad, su amor se hace progresivamente egoísta, es decir, deseo de placer y no ya don de sí.
La castidad como don de sí
17 La castidad es la afirmación gozosa de quien sabe vivir el don de sí, libre de toda esclavitud egoísta. Esto supone que la persona haya aprendido a descubrir a los otros, a relacionarse con ellos respetando su dignidad en la diversidad. La persona casta no esta centrada en si misma, ni en relaciones egoístas con las otras personas. La castidad torna armónica la personalidad, la hace madurar y la llena de paz interior. La pureza de mente y de cuerpo ayuda a desarrollar el verdadero respeto de si y al mismo tiempo hace capaces de respetar a los otros, porque ve en ellos personas, que se han de venerar en cuanto creadas a imagen de Dios y, por la gracia, hijos de Dios, recreados en Cristo quien *os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz+ (1 Pe 2, 9).
El dominio de sí
18 La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado,>. (28) Toda persona sabe, también por experiencia, que la castidad requiere rechazar ciertos pensamientos, palabras y acciones pecaminosas, como recuerda con claridad San Pablo (cf. Rm 1, 18 6,12-14; 1 Cor 6, 9-11, 2 Cor 7,1, Ga 5,16-23; Ef 4,17-24; 5, 3-13; Col 3, 5-8;1 Ts 4,1-18;1 Tm 1, 8-11; 4;12). Por esto se requiere una capacidad y una aptitud de dominio de sí que son signo de libertad interior, de responsabilidad hacia si mismo y hacia los demás y, al mismo tiempo, manifiestan una conciencia de fe; este dominio de si comporta tanto evitar las ocasiones de provocación e incentivos al pecado, como superar los impulsos instintivos de la propia naturaleza.
19 Cuando la familia ejerce una valida ~ f labor de apoyo educativo y estimula el ejercicio de las virtudes, se facilita la educación a la castidad y se eliminan conflictos interiores, aun cuando en ocasiones los jóvenes puedan pasar por situaciones particularmente delicadas.
Para algunos, que se encuentran en ambientes donde se ofende y desacredita la castidad, vivir de un modo casto puede exigir una lucha exigente y hasta heroica. De todas maneras, con la gracia de Cristo, que brota de su amor esponsal por la Iglesia, todos pueden vivir castamente aunque se encuentren en circunstancias poco favorables.
El mismo hecho de que todos han sido llamados a la santidad, como recuerda el Concilio Vaticano II, facilita entender que, tanto en el celibato como en el matrimonio, pueden presentarse-incluso, de hecho ocurre a todos, de un modo o de otro, por períodos más o menos largos-, situaciones en las cuales son indispensables actos heroicos de virtud. (29) También la vida matrimonial implica, por tanto, un camino gozoso y exigente de santidad.
La castidad conyugal
20 *Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia.+ (30) Los padres son conscientes de que el mejor presupuesto para educar a los hijos en el amor casto y en la santidad de vida consiste en vivir ellos mismos la castidad conyugal. Esto implica que sean conscientes de que en su amor esta presente el amor de Dios y, por tanto, deben vivir la donación sexual en el respeto de Dios y de su designio de amor, con fidelidad, honor y generosidad hacia el cónyuge y hacia la vida que puede surgir de su gesto de amor. Sólo de este modo puede ser expresión de caridad+; (31) por esto el cristiano está llamado a vivir su entrega en el matrimonio en el marco de su personal relación con Dios, como expresión de su fe y de su amor por Dios, y por tanto con la fidelidad y la generosa fecundidad que distinguen el amor divino. (32) Solamente así se responde al amor de Dios y se cumple su voluntad, que los mandamientos nos ayudan a conocer. No hay ningún amor legitimo que no sea también, a su nivel más alto, amor de Dios. Amar al Señor implica responder positivamente a sus mandamientos: *si me amáis, guardaréis mis mandamientos+ (Jn 14-15). (33)
21 Para vivir la castidad el hombre y id la mujer tienen necesidad de la iluminación continua del acto, y hacer que no haya siempre falta subjetivamente grave. (129) Se debe ayudar a los adolescentes a superar estas manifestaciones de desorden que son frecuentemente expresión de los conflictos internos de la edad y no raramente de una visión egoísta de la sexualidad.
104 Una problemática particular, posible en el proceso de maduración identificación sexual, es la de la homosexualidad, que, por desgracia, tiende a difundirse en la moderna cultura urbana. Es necesario presentar este fenómeno con equilibrio, a la luz de los documentos de la Iglesia. (130) Los jóvenes piden ayuda para distinguir los conceptos de normalidad y anomalía, de culpa subjetiva y de desorden objetivo, evitando juicio de hostilidad, y a la vez clarificando la orientación estructural y complementaria de la sexualidad al matrimonio, a la procreación y a la castidad cristiana. *La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado>,. (131) Es necesario distinguir entre la tendencia, que puede ser innata, y los actos de homosexualidad que *son intrínsecamente desordenados" (132) y contrarios a la ley natural. (133)
Muchos casos, especialmente si la práctica de actos homosexuales no se ha enraizado, pueden ser resueltos positivamente con una terapia apropiada. En cualquier caso, las personas en estas condiciones deben ser acogidas con respeto, dignidad y delicadeza, evitando toda injusta discriminación. Los padres, por su parte, cuando advierten en sus hijos, en edad infantil o en la adolescencia, alguna manifestación de dicha tendencia o de tales comportamientos, deben buscar la ayuda de personas expertas y calificadas para proporcionarle todo el apoyo posible.
Para la mayoría de las personas con tendencias homosexuales, tal condición constituye una prueba. *Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición (134) *Las personas homosexuales están llamadas a la castidad+. (135)
105 La conciencia del significado positivo de la sexualidad, en orden a la armonía y al desarrollo de la persona, como también en relación con la vocación de la persona en la familia, en la sociedad y en la Iglesia, representa siempre el horizonte educativo que hay que proponer en las etapas del desarrollo de la adolescencia. No se debe olvidar que el desorden en el uso del sexo tiende a destruir progresivamente la capacidad de amar de la persona, haciendo del placer con vez del don sincero de sí-el fin de la sexualidad y reduciendo a las otras personas a objetos para la propia satisfacción: tal desorden debilita tanto el sentido del verdadero amor entre hombre y mujer siempre abierto a la vida-como la misma familia, y lleva sucesivamente al desprecio de la vida humana concebida que se considera como un mal que amenaza el placer personal. (136) *La banalización de la sexualidad", en efecto, *es uno de los factores principales que están en la raíz del desprecio por la vida naciente: solo un amor verdadero sabe custodiar la vida+. (137)
106 Es necesario recordar también que en las sociedades industrializadas los adolescentes están interiormente inquietos, y a veces turbados, no sólo por los problemas de identificación de sí, del descubrimiento del propio proyecto de vida, y de las dificultades para alcanzar una integración madura y bien orientada de la sexualidad, sino también por problemas de aceptación de sí y del propio cuerpo. Surgen incluso ambulatorios y centros especializados para la adolescencia, caracterizados a menudo por intentos puramente hedonistas. Una sana cultura del cuerpo, que lleve a la aceptación de sí como don y como encarnación de un espíritu llamado a la apertura hacia Dios y hacia la sociedad, ha de acompañar la formación en este período altamente constructivo, pero también no desprovisto de riesgos.
Frente a las propuestas de agregación hedonista propuestas especialmente en las sociedades del bienestar, es sumamente importante presentar a los jóvenes los ideales de la solidaridad humana y cristiana y las modalidades concretas de compromiso en las asociaciones y en los movimientos eclesiales y en el voluntariado católico y misionero.
107 Durante este período son muy importantes las amistades. Según las condiciones y los usos sociales del lugar en que se vive, la adolescencia es una época en que los jóvenes gozan de más autonomía en las relaciones con los otros y en los horarios de la vida de familia. Sin privarles de la justa autonomía, los padres han de saber decir que no a los hijos cuando sea necesario (138) y al mismo tiempo, cultivar el gusto de sus hijos por todo lo que es bello, noble y verdadero. Deben ser también sensibles a la autoestima del adolescente, que puede atravesar una fase de confusión y de menor claridad sobre el sentido de la dignidad personal y sus exigencias.
108 A través de los consejos, que brotan del amor y de la paciencia, los padres ayudaran a los jóvenes a alejarse de un excesivo encerramiento en sí mismos y les enseñaran-cuando sea necesario-a caminar en contra de los usos sociales que tienden a sofocar el verdadero amor y el aprecio por las realidades del espíritu: *sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos. El Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de breves sufrimientos, os restablecerá, afianzará, robustecerá y os consolidará+ (1 Pt 5, 8-10).
4. Hacia la edad adulta
109 No es objeto de este documento tratar de la preparación próxima e inmediata al matrimonio, exigencia de formación cristiana, particularmente recomendada por la Iglesia en los tiempos actuales. (139) Se debe tener presente sin embargo, que la misión de los padres no cesa cuando el hijo alcanza la mayoría de edad, de acuerdo con las diversas culturas y legislaciones. Momentos particulares y significativos para los jóvenes son su ingreso en el mundo del trabajo o en la escuela superior, así como el entrar en contacto-a veces brusco, pero que puede ser benéfico con modelos distintos de conducta y con ocasiones que representan un verdadero y propio reto.
110 Los padres, manteniendo un diálogo confiado y capaz de promover el sentido de responsabilidad en el respeto de su legítima y necesaria autonomía, constituirán siempre un punto de referencia para los hijos, con el consejo y con el ejemplo, a fin de que el proceso de socialización les permita conseguir una personalidad madura y plena interior y socialmente. En modo particular, se deberá tener cuidado que los hijos no disminuyan, antes intensifiquen, la relación de fe con la Iglesia y con las actividades eclesiales; que sepan escoger maestros del saber y de la vida para su futuro; y que sean capaces de comprometerse en el campo cultural y social como cristianos, sin temor a profesarse como tales y sin perder el sentido y la búsqueda de la propia vocación.
En el período que lleva al noviazgo y a la elección de aquel afecto preferencial que puede conducir a la formación de una familia, el papel de los padres no deberá limitarse a simples prohibiciones y mucho menos a imponer la elección del novio o de la novia; deberán, sobre todo, ayudar a los hijos a discernir aquellas condiciones necesarias para que nazca un vínculo serio, honesto y prometedor, y les apoyarán en el camino de un claro testimonio de coherencia cristiana en la relación con la persona del otro sexo.
111 Se deberá evitar la difusa mentalidad según la cual se deben hacer a las hijas todas las recomendaciones en tema de virtud y sobre el valor de la * virginidad, mientras no sería necesario a los hijos, como si para ellos todo fuera lícito.
Para una conciencia cristiana y para una visión del matrimonio y de la familia, y de cualquier vocación, conserva todo su vigor la recomendación de San Pablo a los Filipenses: *cuánto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso ocupe nuestra atención+ (Flp 4, 8).
VII ORIENTACIONES PRACTICAS
112 Es tarea de los padres ser promotores de una auténtica educación de sus hijos en el amor, en las virtudes: a la generación primera de una vida humana en el acto procreativo debe seguir, por su misma naturaleza, la generación segunda, que lleva a los padres a ayudar al hijo en el desarrollo de la propia personalidad.
Por tanto, recordando de modo sintético cuanto se ha dicho hasta ahora y exponiéndolo en plan operativo, se hacen las siguientes recomendaciones. (140)
Recomendaciones a los padres y a los educadores
113 Se recomienda a los padres ser conscientes de su propio papel educativo y de defender y ejercitar este derecho-deber primario. (141) De aquí se sigue que toda intervención educativa, relativa a la educación en el amor, por parte de personas extrañas a la familia, ha de estar subordinada a la aceptación por los padres y se ha de configurar no como una sustitución, sino como un apoyo a su actuación: en efecto, <*la educación sexual, derecho y deber fundamental de los padres, debe realizarse siempre bajo su dirección solícita, tanto en casa como en los centros educativos elegidos y controlados por ellos. (142) No falta frecuentemente ni el conocimiento ni el esfuerzo por parte de los padres. Sin embargo, a veces, se encuentran muy solos, indefensos y con frecuencia culpabilizados. Tienen necesidad no sólo de comprensión, sino también de apoyo y de ayuda por parte de grupos, asociaciones e instituciones.
114 1. Se recomienda a los padres asociarse con otros padres, no sólo con el fin de proteger, mantener o completar su misión de primeros educadores de sus hijos, especialmente en el área de la educación en el amor, (143) sino también para contrarrestar formas dañosas de instrucción sexual y para garantizar que sus hijos se formen según los principios cristianos y en consonancia con su desarrollo personal.
115 2. En el caso de que los padres reciban ayudas de otros en la educación al amor de los hijos, se les recomienda que se informen de manera exacta sobre los contenidos y las modalidades con que se imparte tal educación complementaria. (144) Nadie puede obligar a los niños o a los jóvenes al secreto en relación con el contenido o al método de la instrucción impartida fuera de la familia.
116 3. Se conocen las dificultades y, con frecuencia, la imposibilidad de los padres para participar plenamente en la *instrucción suplementaria fuera de casa; se reivindica, sin embargo, el derecho a que sean informados sobre la estructura y los contenidos del programa. De todas maneras, nunca se les podrá negar el derecho a estar presentes durante el desarrollo de los encuentros. (145)
117 4. Se recomienda a los padres seguir con atención cualquier forma de educación sexual que se imparte a los hijos fuera de casa, y retirarlos cuando no corresponda a sus principios. (146) Esta decisión de los padres nunca deberá ser motivo de discriminación para los hijos. (147) Por otra parte, los padres que retiran los hijos de dicha instrucción tienen el deber de darles una adecuada formación, apropiada al estado de desarrollo de cada niño o joven.
Recomendaciones a todos los educadores
118 1. Dado que cada niño o joven ha de poder vivir la propia sexualidad en modo conforme a los principios cristianos, y por tanto ejercitando la virtud de la castidad, ningún educador -ni siquiera los padres- puede interferir tal derecho (cf. Mt 18,4-7). (148)
119 2 Se recomienda respetar el derecho del niño o del joven a ser informado adecuadamente por los propios padres acerca de las cuestiones morales y sexuales de manera que sea atendido su deseo de ser casto y formado en la castidad. (149) Dicho derecho viene especificado, además, por la etapa de desarrollo del niño, por su capacidad de integrar la verdad moral con la información sexual y por el respeto a su serenidad e inocencia.
120 3 Se recomienda respetar el derecho del niño o del joven a retirarse de toda forma de instrucción sexual impartida fuera de casa. (150) Nunca han se ser penalizados ni discriminados por tal decisión ni ellos ni los demás miembros de su familia.
Cuatro principios operativos y normas particulares
121 A la luz de estas recomendaciones, la educación en el amor puede concretizarse en cuatro principios operativos.
122 1. La sexualidad humana es un misterio sagrado que debe ser presentado según la enseñanza doctrinal y moral de la Iglesia, teniendo siempre en cuenta los efectos del pecado original.
Informado por la reverencia y el realismo cristiano, este principio doctrinal debe guiar toda actuación de la educación en el amor. En una época en que se ha eliminado el misterio de la sexualidad humana, los padres deben estar atentos, en su enseñanza y en la ayuda que otros les ofrecen, a evitar toda banalización de la sexualidad humana. Particularmente se debe mantener el respeto profundo de la diferencia entre hombre y mujer que refleja el amor y la fecundidad del Dios mismo.
123 Al mismo tiempo, en la enseñanza de la doctrina y de la moral católica acerca de la sexualidad, se deben tener en cuenta las consecuencias del pecado original, es decir, la debilidad humana y la necesidad de la gracia de Dios para superar las tentaciones y evitar el pecado. En tal sentido, se debe formar la conciencia de cada individuo de manera clara, precisa y en sintonía con los valores espirituales. La moral católica, sin embargo, no se limita a enseñar qué es pecado y a evitarlo; se ocupa ante todo del crecimiento en las virtudes cristianas y del desarrollo de la capacidad del don de sí según la propia vocación de la persona.
124 2. Deben ser presentadas a los niños y a los jóvenes sólo informaciones proporcionadas a cada fase del desarrollo individual.
Este principio de oportunidad según el momento ha sido expuesto al tratar de las diversas fases del desarrollo de los niños y los jóvenes. Los padres y cuantos les ayudan han de ser sensibles: a) a las diversas fases de desarrollo, particularmente aquellas de los *años de la inocencia+ y de la pubertad, b) al modo en que cada niño o joven hace experiencia de las diversas etapas de la vida, c) a los problemas particulares asociados con estas etapas.
125 A la luz de este principio, cabe señalar la importancia de la elección del momento oportuno en relación a los problemas específicos.
a) En la última adolescencia, los jóvenes deben ser introducidos primero en el conocimiento de los indicios de fertilidad y luego en el de la regulación natural de la fertilidad, pero sólo en el contexto de la educación al amor, de la fidelidad matrimonial, del plan de Dios para la procreación y el respeto de la vida humana.
b) La homosexualidad no debe abordarse antes de la adolescencia a no ser que surja algún específico problema grave en una concreta situación. (151) Este tema ha de ser presentado en los términos de la castidad, de la salud y de la *verdad sobre la sexualidad humana en su relación con la familia, como enseña la Iglesia+. (152)
c) Las perversiones sexuales, que son relativamente raras, no han de tratarse sino a través de consejos individuales, como respuesta de los padres a problemas verdaderos.
126 3. No se ha de presentar ningún material de naturaleza erótica a los niños o a los jóvenes de cualquier edad que sean, ni individualmente ni en grupo.
Este principio de decencia salvaguarda la virtud de la castidad cristiana. Por ello, al comunicar la información sexual en el contexto de la educación al amor, la instrucción ha de ser siempre *positiva y prudente~n (153) *clara y delicada+. (154) Estas cuatro palabras, usadas por la Iglesia Católica, excluyen toda forma de contenido inaceptable de la educación sexual. (155)
Además, representaciones gráficas y reales del parto, por ejemplo en un film, aunque no sean eróticas, sólo podrán hacerse gradualmente, y en modo que no creen miedo o actitudes negativas hacia la procreación en las niñas y en las mujeres jóvenes.
127 4. Nadie debe ser invitado, y mucho menos obligado, a actuar en modo que pueda ofender objetivamente la modestia o lesionar subjetivamente la propia delicadeza y el sentido de **su intimidad+.
Este principio de respeto al niño y al joven excluye toda forma impropia de involucrarles. Cabe señalar, entre otros, los siguientes métodos abusivos de educación sexual: a) toda representación *dramatizada~n gestos o *funciones+ que describen cuestiones genitales o eróticas; b) la realización de imágenes, diseños, modelos, etc., de este genero; c) la petición de proporcionar informaciones personales acerca de asuntos sexuales (156) o de divulgar informaciones familiares; d) los exámenes, orales o escritos, sobre cuestiones genitales o eróticas.
Los varios métodos particulares
128 Estos principios y normas pueden guiar a los padres, y a cuantos les ayudan, a hacer uso de los diversos métodos que parecen idóneos según la experiencia de padres y expertos. Pasamos a señalar estos métodos recomendados y a indicar también los principales métodos que hay que evitar, junto a las ideologías que los promueven o inspiran.
a) Métodos recomendados
129 El método normal y fundamental, propuesto ya en esta guía, es el diálogo personal entre los padres y los hijos es decir, la formación individual en el ámbito de la familia. No es, en efecto, sustituible este diálogo confiado y abierto con los propios hijos, porque respeta no sólo las etapas del desarrollo sino también al joven como persona singular.
Cuando los padres piden ayuda a otros, existen diversos métodos útiles que podrán ser recomendados a la luz de la experiencia de los padres y conforme a la prudencia cristiana.
130 1. Como pareja, o como individuos, los padres pueden encontrarse con otros que están preparados en la educación al amor y beneficiarse de su experiencia y competencia, y éstos proporcionarles libros y otros recursos aprobados por la autoridad eclesiástica.
131 2. Los padres, no siempre preparados para afrontar ciertas problemáticas ligadas a la educación en el amor, pueden participar con los propios hijos en reuniones guiadas por personas expertas y dignas de confianza como, por ejemplo, médicos, sacerdotes, educadores. Por motivos de mayor libertad de expresión, en algunos casos, resultan aconsejables las reuniones sólo con las hijas o con los hijos.
132 3. En ciertas ocasiones, los padres pueden encargar una parte de la educación en el amor a otra persona de confianza, si hay cuestiones que exijan una específica competencia o un cuidado pastoral en casos particulares.
133 4. La catequesis sobre la moral puede desarrollarse por personas de confianza, poniendo particular atención a la ética sexual durante la pubertad y la adolescencia. Los padres han de interesarse en la catequesis moral que reciben sus hijos fuera del hogar y utilizarla como apoyo para su labor educativa; tal catequesis no debe comprender los aspectos más Aíntimos, biológicos o afectivos de la información sexual, que pertenecen a la formación individual en familia+. (157)
134 5. La formación religiosa de los mismos padres, en especial la sólida preparación catequética de los adultos en la verdad del amor, constituye la base de una fe madura que puede guiarlos en la formación de sus hijos. (158) Tal catequesis permite no sólo profundizar en la comprensión de la comunidad de vida y de amor del matrimonio, sino aprender a comunicarse mejor con los propios hijos. Además, durante el proceso de esta formación en el amor de sus hijos, los padres obtendrán gran beneficio pues descubrirán que este ministerio de amor les ayuda a mantener * ~ conciencia del *dom" que continuamente reciben de los hijos. (159) Para capacitar a los padres a llevar a cabo su tarea educativa, puede ser de interés promover cursos de formación especial con la colaboración de expertos.
b) Métodos e ideologías que deben ser evitadas
135 Los padres deben prestar atención a los modos en que se transmite a sus hijos una educación inmoral, según métodos promovidos por grupos con posiciones e intereses contrarios a la moral cristiana. (160) No es posible indicar todos los métodos inaceptables: se presentan solamente algunos más difundidos, que amenazan a los derechos de los padres y la vida moral de sus hijos.
136 En primer lugar los padres deben rechazar la educación sexual secularizada y antinatalista, que pone a Dios al margen de la vida y considera el nacimiento de un hijo como una amenaza. La difunden grandes organismos y asociaciones internacionales promotores del aborto, la esterilización y la contracepción. Tales organismos quieren imponer un falso estilo de vida en contra de la verdad de la sexualidad humana. Actuando a nivel nacional o provincial, dichos organismos buscan suscitar entre los niños y los jóvenes el temor con la *amenaza de la superpoblación>" para promover así la mentalidad contraceptiva, es decir, una mentalidad *anti-vida+; difunden falsos conceptos sobre la *salud reproductiva" y los *derechos sexuales y reproductivos" de los jóvenes. (161) Además, algunas organizaciones antinatalistas sostienen clínicas que, violando los derechos de los padres, ofrecen el aborto y la contracepción para los jóvenes, promoviendo la promiscuidad y el incremento de los embarazos entre las jóvenes. *Mirando hacia el año 2000, )cómo no pensar en los jóvenes? )Qué se les propone? Una sociedad constituida por cosas y no por personas; el derecho a hacer todo, desde la más tierna edad, sin límite alguno, pero con la mayor seguridad posible. Por otra parte, vemos que la entrega desinteresada de sí, el control de los instintos, el sentido de la responsabilidad son consideradas nociones pertenecientes a otra época." (162)
137 El carácter inmoral del aborto, procurado quirúrgica o químicamente, antes de la adolescencia puede ser explicado gradualmente en los términos de la moral católica y de la reverencia por la vida humana. (163)
En relación con la esterilización y la contracepción, su exposición no se deberá realizar antes de la adolescencia y se desarrollará sólo en conformidad con la enseñanza de la Iglesia Católica. (164) Se subrayarán los valores morales, espirituales y sanitarios de los métodos de la regulación natural de la fertilidad, indicando al mismo tiempo, los peligros y los aspectos éticos de los métodos artificiales. Se mostrará especialmente la sustancial y profunda diferencia existente entre los métodos naturales y los artificiales, tanto en relación con el proyecto de Dios sobre el matrimonio, como en cuanto a la recíproca donación total de los cónyuges (165) y a la apertura a la vida.
138 En algunas sociedades existen asociaciones profesionales de educadores *consejeros y terapeutas del sexo+. Su trabajo se basa, no raramente, en teorías malsanas, privadas de valor científico y cerradas a una auténtica antropología, que no reconoce el verdadero valor de la castidad; por eso, los padres deberán cerciorarse con mucha cautela sobre la orientación de tales asociaciones, no confiándose por el tipo de reconocimiento oficial que hubieran recibido. El hecho de que su punto de vista se encuentra en contradicción con las enseñanzas de la Iglesia, se manifiesta no sólo en su modo de actuar, sino en sus publicaciones, ampliamente difundidas en diversos países.
139 Otro abuso tiene lugar cuando se imparte la educación sexual enseñando a los niños, también gráficamente, todos los detalles íntimos de las relaciones genitales. Este mal se da hoy con frecuencia con el fin de ofrecer una educación para el *sexo seguro", sobre todo en relación con la difusión del SlDA. En este contexto, los padres deben rechazar la promoción del llamado Asafe sex" o *safer sex+, una política peligrosa e inmoral, basada en la teoría ilusoria de que el preservativo (condón) pueda dar protección adecuada contra el SIDA. Los padres deben insistir en la continencia fuera del matrimonio y en la fidelidad en el matrimonio como la única verdadera y segura educación para la prevención de dicho contagio.
140 Otro método ampliamente utilizado, y a menudo igualmente dañoso, es la llamada *clarificación de los valores+. Los jóvenes son animados a reflexionar, clarificar y decidir las cuestiones morales con la máxima *autonomía" ignorando, sin embargo, la realidad objetiva de la ley moral en general, y descuidando la formación de las conciencias sobre los preceptos morales específicos cristianos, corroborados por el Magisterio de la Iglesia. (166) Se infunde en los jóvenes la idea de que un código moral ha de ser algo creado por ellos mismos, como si el hombre fuera fuente y norma de la moral.
Este llamado método de clarificación de los valores obstaculiza la verdadera libertad y la autonomía de los jóvenes durante un período inseguro de su desarrollo. (167) No sólo favorece en la práctica la opinión de la mayoría, sino que se coloca a los jóvenes ante situaciones morales complejas, lejanas de las normales elecciones éticas que deben afrontar, donde el bien o el mal se reconocen con facilidad. Este método tiende a aliarse estrechamente con el relativismo moral, estimulando la indiferencia respecto a la ley moral y el permisivismo.
141 Los padres han de prestar atención también a los modos con los cuales la instrucción sexual se inserta en el contexto de otras materias, sin duda útiles (por ejemplo: la sanidad y la higiene, el desarrollo personal, la vida familiar, la literatura infantil, los estudios sociales y culturales, etc.). En estos casos es más difícil controlar el contenido de la instrucción sexual. Dicho método de la inclusión es utilizado especialmente por quienes promueven la instrucción sexual en la perspectiva del control de los nacimientos o en los países donde el gobierno no respeta los derechos de los padres en este ámbito. Pero la misma catequesis quedará distorsionada si los vínculos inseparables entre la religión y moral fueran utilizados como pretexto para introducir en la instrucción religiosa informaciones sexuales, biológicas y afectivas, que sólo los padres han de dar según su prudente decisión en el propio hogar. (168)
142 Finalmente, es necesario tener presente, como orientación general, que todos los distintos métodos de educación sexual deben ser juzgados por los padres a la luz de sus principios y de las normas morales de la Iglesia, que expresan los valores humanos de la vida cotidiana. (169) No de ben olvidarse los efectos negativos que algunos métodos pueden producir en la personalidad de los niños y de los jóvenes.
La inculturación y la educación en el amor
143 Una auténtica educación en el amor debe tener en cuenta el contexto cultural en que viven los padres y sus hijos. Como una íntima unión entre la fe profesada y la vida concreta, la inculturación es una armonización entre la fe y la cultura, donde Cristo y su Evangelio tienen la precedencia absoluta sobre la cultura. *Porque trasciende todo el orden de la naturaleza y de la cultura, la fe cristiana, por una parte, es compatible con todas las culturas, en lo que tienen de común con la recta razón y con la buena voluntad, y por la otra, es, en grado eminente, una energía dinámica de la cultura. Un principio ilumina las relaciones entre fe y cultura: la gracia respeta la naturaleza, la sana de las heridas del pecado, la corrobora y la eleva. La elección a la vida divina es la finalidad específica de la gracia, pero no puede realizarse sin que la naturaleza sea sanada y sin que la elevación al orden sobrenatural conduzca la naturaleza, en su propia línea, a una plenitud de realización.+ (170) Por tanto, nunca cabe justificar la educación sexual explícita y precoz de los niños en nombre de la prevalente cultura secularizada. Por otra parte, los padres deben educar a sus hijos para que sepan entender y, en lo necesario, enfrentarse con las fuerzas de cada cultura, para que sigan siempre el camino de Cristo.
144 En las culturas tradicionales, los padres no deben aceptar las prácticas contrarias a la moral cristiana, por ejemplo, en los ritos asociados con la pubertad, que a veces implican la introducción de los jóvenes en prácticas sexuales o actos contrarios a la integridad y dignidad de la persona como la mutilación genital de las jóvenes.
Pertenece a las autoridades de la Iglesia, juzgar la compatibilidad de las costumbres locales con la moral cristiana. Las tradiciones de la modestia y del recato en materia sexual, que caracterizan las diversas sociedades, deben ser siempre respetadas. Al mismo tiempo, el derecho de los jóvenes a una adecuada información ha de ser mantenido. Además, se ha de respetar el papel particular de la familia en cada cultura, (171) sin imponer ningún modelo occidental de educación sexual.
VII CONCLUSIÓN
Asistencia a los padres
145 Existen diversos modos de ayudar y apoyar a los padres en el ejercicio del derecho-deber fundamental de educar a los propios hijos en el amor. Dicha asistencia no significa nunca privar a los padres ni disminuirles su propio derecho-deber formativo, que permanece *original y primario@ Ainsustituible e inalienable@. (172) Por esto, el papel de quienes ayudan a los padres es siempre a) subsidiario, puesto que la misión formativa de la comunidad familiar es siempre preferible, y b) subordinado, es decir, sujeto a la guía atenta y al control de los padres. Todos han de observar el orden justo de cooperación y colaboración entre los padres y quienes pueden ayudarles en su tarea. Es evidente que tal ayuda debe ser proporcionada principalmente a los padres y no a los hijos.
146 Quienes son llamados a ayudar a los padres en la educación al amor de sus hijos, han de estar dispuestos y preparados a enseñar en conformidad con la auténtica doctrina moral de la Iglesia Católica. Además, deben ser personas maduras, de buena reputación moral, fieles al propio estado cristiano de vida, casados o célibes, laicos, religiosos o sacerdotes. No sólo deben estar preparados en la materia de formación moral y sexual, sino ser sensibles a los derechos y al papel de los padres y de la familia, así como a las necesidades y los problemas de los niños y jóvenes. (173) Así pues, a la luz de los principios y del contenido de ésta, se deben situar * ,; (174) y, si los padres se creen preparados para impartir adecuadamente la educación sexual, no están obligados a aceptar dicha asistencia.
Fuentes válidas para la educación en el amor
147 El Pontificio Consejo para la Familia es consciente de la gran necesidad de material válido y específicamente preparado para los padres, de acuerdo con los principios ilustrados en la presente guía. Los padres dotados de la debida competencia y convencidos de estos principios, han de empeñarse en la preparación de tal material. Ofrecerán así la propia experiencia y sabiduría para ayudar a otros en la educación de sus hijos a la castidad.
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file:///D:/Documentos/Downloads/hf_p-vi_enc_25071968_humanae-vitae.pdf